Desigualdad óptima

Cuando uno tiene como objetivo la búsqueda de la igualdad, tiene que pararse a pensar qué es lo que realmente está queriendo decir. Igualdad de capacidades, de libertad, de oportunidades, de salarios…

El problema de todo esto es que, por mucho que filosóficamente hablando podamos interpretar como óptima la búsqueda de un cierto tipo de igualdad, la forma de medirla y buscarla políticamente debe hacerse en base a indicadores generales, para lo cual se usa, casi siempre, los salarios.

Pero claro, a pesar de que podemos entender que la desigualdad en la distribución de la renta es un mal, la pura igualdad tampoco es algo deseable, por los incentivos perversos que lleva asociados. En que momento aumentar la igualdad puede pasar de ser algo positivo a algo negativo. ¿Qué es buscar la igualdad?

Creo que fue en el concilio de Trento donde se debatió si ser rico era pecado. La cosa no es sencilla, y la solución que pusieron para mi fue satisfactoria. Ser rico no era pecado si no lo hacías perjudicando a otros. O dicho de otro modo, ser rico es pecado si para ello, tienes que empobrecer directamente a otros. Hay muchos casos en los que sí, magnates, señores de la guerra, etc. Otros en los que no, emprendedores, gente con suerte, especialistas, deportistas de élite…

Pero, ¿por qué es preferible cierta desigualdad?

De igual forma, podemos decir que la desigualdad no es “pecado” o no es indeseable, si tiene unos fundamentos razonables, es decir, si está justificada.

Por ejemplo, a pesar de pensar que toda persona tiene que tener un mínimo y que su trabajo es incomparable para con otros, se acepta el hecho de que trabajos que necesiten de un esfuerzo extra para la especialización, merecen un salario mayor, que incentive por si mismo el largo proceso de especialización necesaria.

Está estudiado, por ejemplo, que en media, un año más de estudios corresponde a un 8% más de salario. Y es muy importante que estas desigualdades se mantengan, no muy altas, pero tampoco muy bajas. Como siempre, en el punto medio. Para no crear unas desigualdades injustas ni socialmente deseables para el conjunto, en el que todos somos necesarios, pero tampoco para desincentivar el esfuerzo (muchas veces muy duro) que supone algunos caminos por lo que la sociedad en conjunto también avanza.

El ministro de educación, Ángel Gabilondo, lo digo el jueves en una apertura de una serie de conferencias: Lo que hay que hacer para mejorar la educación es incentivar a los alumnos, que se sientan responsables del futuro de su sociedad, que se sientan capaces de conseguir, no solo ser útiles para la sociedad, sino para si mismos.

En este punto, creo que los salarios juegan un papel importante, así como la seguridad en el empleo. Muchas veces factores vistos como consecuencias del estado económico, que dependen del nivel general educativo previo y la situación económica, pero que, a mi entender, también tienen un efecto muy importante en el devenir de la sociedad del futuro.

¿Cuántos chavales han dejado los estudios por un salario muy alto en el sector de la construcción? ¿Cuántos estudiantes se van a hacer oposiciones porque el empleo privado está “cada vez peor”?

Y ese es el problema de España. Que la desigualdad existente no está fundamentada, sino que prevalece por otras cuestiones que en general pueden acercase mucho a lo que antes considerábamos como “pecado”.

Y así no hay manera de avanzar.

2 comentarios en “Desigualdad óptima

  1. Muy vbuena entrada. Efectivemente, a los jóvenes hay que exigirles que miren por sus propios intereses, que se crean importantes, que se crean que lo que van a conseguir es para ellos, para su beneficio.

  2. Pingback: Cinco definiciones del salario. « Caótica economía

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